viernes, 12 de marzo de 2021

EL 63 DE LA N-III. Hito kilométrico original de la Instrucción de Carreteras de 1939

 

 
 
 

UN REPORTAJE DE ROUTE 1963
 
      Mi vinculación con los hitos kilométricos de la Instrucción de Carreteras de 1939, también conocida como Plan Peña, viene de lejos. Estos elementos de cemento, granito u hormigón formaron parte del paisaje habitual de nuestras carreteras durante varias décadas. Cada vez menos, pero todavía sobreviven bastantes, y desde hace mucho tiempo no solo me he dedicado a investigarlos, recopilarlos, catalogarlos, fotografiarlos y escribir sobre ellos, sino que también he modelado en arcilla y a escala 1:10 un total de 144 piezas representativas de otros tantos hitos del Plan Peña, réplicas en miniatura artesanales únicas, exclusivas e irrepetibles, en su mayor parte donadas a terceros, hasta el punto de que en propiedad he conservado apenas una decena de ejemplares. Pero de esto hace ya tiempo, y es otra historia (ver catálogo). Con respecto a la ilustración que sigue a estas líneas, comentar que se trata de un montaje gráfico a partir de una de las piezas auténticas que realicé, porque realmente el hito 63 de la N-III, al que está dedicada esta nueva entrada del blog, nunca llegué a fabricarlo.
 
 
 
     
      
      El caso es que ahora, en estos tiempos difíciles que vivimos como consecuencia de la pandemia mundial de Covid-19, nos encontramos en España muy limitados de movimientos, hasta el punto de que en el momento de escribir este reportaje está restringida la movilidad entre las diferentes comunidades autónomas, provincias y territorios del país, y en mi caso concreto no está permitido abandonar la Comunidad de Madrid, en donde trabajo y resido. Sin embargo, la necesidad y el deseo de salir con la moto a rodar y hacer viajes largos es absolutamente imperiosa, siendo imposible lo segundo por lo expuesto anteriormente, de modo que no queda más remedio que rodar lo poco y corto que puede rodarse a través de esta comunidad autónoma uniprovincial de pequeña extensión. Recorridos breves que llevan a lugares, por otra parte, ya demasiado trillados y conocidos desde hace tiempo, pero que por fuerza hay que volver a visitar e interpretar desde otra perspectiva si uno no está dispuesto a quedarse en casa. Y yo, desde luego, no lo estoy.
 
 

      
      En esta ocasión, aprovechando el tiempo soleado y casi primaveral, me he dado por enésima vez una vuelta de apenas 150 kms. por el sureste de la Comunidad de Madrid, comarca de Las Vegas (nada que ver con la ciudad norteamericana del juego, que conste), para finalizar en Fuentidueña de Tajo, que conserva interesantes vestigios del primitivo trazado de la carretera de Madrid a Valencia, originalmente de Madrid a Castellón por Valencia, y posteriormente N-III. Uno de estos vestigios es el hito del Plan Peña correspondiente al kilómetro 63, que sobrevive en el interior de un recinto vallado junto a un tramo original semiabandonado de la antigua carretera, hoy utilizado como simple ramal de acceso a la autovía A-3 desde esta localidad. Por supuesto, el hito ya lo conocía, pero por unas razones u otras nunca había tenido la oportunidad de fotografiarlo, y en esta ocasión, después de muchos años, por fin lo he conseguido. 
 









      Previamente me había entretenido un momento, y por enésima vez, en otra visita obligada a un vestigio cercano -y también muy conocido-, que formó parte del primer trazado de la carretera radial de primer orden de Madrid a Castellón por Valencia: el puente de hierro decimonónico sobre el río Tajo, a las afueras de Fuentidueña. Fue restaurado hace unos años y tiene una interesante historia que puede leerse aquí.







      Y por último, parada también obligada en el hotel restaurante La Atalaya, otro clásico de Fuentidueña y de la antigua N-III, establecimiento todavía muy frecuentado por camioneros y viajantes de toda condición que deciden hacer un alto en el camino en este punto. Doy fe de que en tiempos muy recientes se podían degustar excelentes asados al horno de leña en este restaurante, y es posible y probable que siga siendo así, pero en esta ocasión no me entretuve en comprobarlo, porque iba solo y apenas me demoré un momento tomando una caña de cerveza bien tirada en la soleada terraza del local, antes de regresar a Madrid por la autovía para llegar a casa a comer. Una breve jornada de ruta sin pena ni gloria, pero a la espera de que vengan tiempos mejores, el que no se consuela con estas pequeñas cosas, es porque no quiere. Yo no quiero, pero así, mal que bien, para mí la vida va teniendo un discreto pasar.
 



 
 
 

2 comentarios:

  1. Ese discreto pasar de la vida habrá que cambiarlo pronto por un emocionante disfrutar!. Yo necesito comprar pimentón de La Vera... ahí lo dejo ;-)

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, pero no depende de nosotros. Mientras no abran las fronteras entre las comunidades autónomas, ni pimentón de la Vera, ni aceitunas de Jaén, ni jamón ibérico de Jabugo. :-(

    ResponderEliminar